jueves, 21 de agosto de 2014

Notre Dame
La Ratona Viajera se dió otra vuelta por París el año pasado, coincidiendo con un aniversario de Notre Dame de París y con la compañía de su prima Sourisette, que le facilitó la entrada. Increíble. Imperdible. La visita fue en octubre, con frío en el ambiente, lluvia y viento, pero eso no arredró a la viajera, que entró a la iglesia a admirar la belleza de la construcción y los juegos de luz hechos por los vitrales. Un trozo de historia en cada esquina. Buenos audiogías en varios idiomas, a módico precio. Vale la pena

sábado, 30 de octubre de 2010

Cambio de Guardia en palacio de Gobierno

La ratona no había presenciado la ceremonia del cambio de guardia en el Palacio de Gobierno, porque imaginaba que corría el riesgo de ser aplastada en medio del tumulto. Por suerte, su amigo Colmillos, el perro mezcla de bóxer y siberiano, es buen amigo de la guardia de Palacio, por lo que la llevó un día, montada en su lomo y a salvo de pisotones y gatos. Era una espectadora privilegiada.
A las 12 en punto inició su desfile la banda de músicos de los Húsares de Junín, dando ritmo a las evoluciones que luego hicieron los miembros del batallón, con sus clásicos uniformes azules y rojos. Todo el público situado en la Plaza de Armas pudo apreciar la facilidad y la gracia, debidas al ejercicio, de los movimientos del grupo, los que motivaron aplausos. La música de la banda era variada. Hubo música moderna así como una adaptación de marchas militares, acompañamientos de películas y de temas folclóricos y sinfónicos, acabando el cambio con el retiro de los húsares por ambas puertas del patio central de Palacio. Fue emocionante; la música resonaba en el patio y daba un ambiente especial a la ocasión. Pero ocurrió algo inesperado: cuando todos se iban retirando, entre murmullos de contento, alguien chilló: "¡hay un ratón sobre el perrito!" y Colmillos tuvo que huir raudo para salvar a la Ratona. Cuando la puso a salvo, se despidió con un amable lengüetazo e invitándola a volver todos los domingos a las 12 del día. ¡Aprovéchenlo, que es gratis!

domingo, 3 de octubre de 2010

Comida árabe y turca

La Ratona Viajera extraña algunos sabores que probò durante sus viajes a Egipto y Turquía. Es cierto que le encantó la experiencia, salvo que las calles eran harto peligrosas para ella debido a la abundancia de gatos. Es que, al ser el perro un animal poco popular ("perro" es un insulto de la peor especie, si no que lo diga Bush), los gatos son señores de las calles, caminando por ellas como en las nuestras los canes y haciendo lo mismo en las bolsas de basura. Tal vez por eso la dejaron tranquila y ninguno intentó usarla como postre. Además, la Ratona es experta luchadora y varios gatos habrían terminado desbigotados de haberla atacado.
Por eso se alegró al encontrar puntos de comida oriental. El primero es el Tarboush, ubicado en Diagonal 358, frente al parque Kennedy en Miraflores. Trepó sin trabajo a una mesa frente a un mural con la imagen de Petra y probó con delicia un café árabe, con cardamomo, tan sabroso que no necesitó echarle azúcar para paladearlo. Acto seguido, pidió un shawerma de cordero, sabroso, que no tiene el habitual gusto grasoso de esta carne al enfriarse. El de pavo también es apetecible, muy ligerito al gusto. Por si no lo han probado antes, es una pieza de carne que se asa con lentitud y se va cortando en lasquitas sabrosas y acompañadas de una salsa de garbanzo fría. ¡Ñam! Eso sí, el servicio es algo lentejo.
El otro punto es el Tierra Santa, en Schell 354, Miraflores (a media cuadra de Larco). La ratona prefiere el falafel, unas bolitas verdes de lenteja, crocantes por fuera y blandas, olorosas y sabrosas por fuera, acompañadas por una salsa de yogurt. También royó con gusto un shish kebab (como nuestros anticuchos, pero de cordero o pollo, con verduras intercaladas) muy sabroso y recomendable. Cuidado con el servicio; los mozos peruanos son amables, pero el dueño tenía trato de gato; creo que no habla bien aún el castellano o que no recuerda que la gesticulación y las vocalizaciones vivas y altas, habituales en Oriente, no son bien tomadas aquí en Perú.
El Café Beirut, en José Olaya 208, tiene una opción interesante para los no iniciados; una simpática bandejita que reúne 4 platos y permite picar entraditas sin riesgo.
Y por último, en Arequipa, en la calle San Francisco (donde se asentàron una buena cantidad de restaurantes simpáticos) están las cafeterías El Turco. Según me dijeron, el dueño es estambulí y ni su kebab, su café ni su shawerma (algo diferentes en gusto de los árabes) han perdido su sabor al venirse de tan lejos. El servicio es amable y explica al cliente la composición de los platos y hace sugerencias inteligentes. Tras de una noche fría de mayo, la Ratona recuperó calor con una tacita de café turco, sabroso hasta la última borra, que la entibió hasta la puntita de la cola. ¡Ñam!
Si quieren viajar por medio de la comida a estos trozos de Oriente, vayan y prueben. La Ratona recordó sus mejores días en Estambul y El Cairo con cada plato y sus entretenidas tardes con cada sorbo. Hagan la prueba...

jueves, 10 de junio de 2010

Una sugerencia

Si van a caminar por la Plaza San Martín, en el centro de Lima, pueden reposar y comer un buen arroz con pato en el restaurante "El Estadio", sobre todo si quieren seguir los partidos del Mundial de Fútbol. La porción es generosa y vale lo que cuesta. Otra alternativa es el buffet del sótano. Revisen los banderines para hallar los de su equipo favorito.

¿Por qué escribe La Ratona Viajera?

Un ratón es un ser pequeño, que mide alrededor de 8 centímetros (sin la cola) y que se distribuye ampliamente en el mundo; viaja con facilidad por todos los medios creados por los humanos, cabe en espacios pequeños, no es quisquilloso para comer y se acomoda a las circunstancias. Conocen también los "huequitos", esos lugares que no suelen estar en las guías famosas de viajes pero donde se puede comer, comprar algo bueno y bonito o conocer como experiencia simpática. Vive con otros miembros de la especie, asociándose para viajar o para leer agradablemente instalados en una biblioteca. Si alguien destruye el contenido de esta, es más probable que se trate de un humano o una polilla; a veces, los ratones hacen crítica literaria y se llevan trozos de papel indignos de la imprenta (bueno, a veces pueden cometer errores o discrepar fuertemente con los gustos de los poseedores iniciales de los libros). Por estas características, los ratones son observadores privilegiados de diversos destinos y pueden acceder al anecdotario humano en diferentes lugares del mundo. La Ratona Viajera, fiel a su especie, quiere compartir algunos datos de su ciudad y anécdotas de algunos de sus viajes, físicos o hechos a través de los libros ... y si alguien se anima a compartir sus propias vivencias, consejos o historias, será bienvenido dentro de la comunidad de viajeros. Un abrazo para todos, y a partir con el viento, las olas, la tierra o la imaginación.